La patronal de la industria farmacéutica española, Farmaindustria ha explicado que, aunque respeta decisiones que los países trasladen a la Organización Mundial del Comercio en relación con la liberación de las patentes que protegen las vacunas contra la covid-19, considera la exención, “aunque sea temporal, de estos derechos es errónea”.
En un comunicado de prensa, Farmaindustria asegura que la liberación de patentes “no es la solución al acceso de todos los países a las vacunas de forma rápida y equitativa, como requiere la situación actual, y porque puede acarrear graves efectos no deseados”.
El comunicado de la patronal se produce la misma mañana en la que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen ha manifestado la disposición del Ejecutivo europeo a discutir una liberalización temporal de estas patentes, y un día después de que el presidente norteamericano, Joe Biden hiciera una manifestación en el mismo sentido.
Aunque Von der Leyen considera que el problema principal de las vacunas frente al Covid-19 está en la fabricación y producción de la cantidad suficiente de dosis, considera que este tema estará en la reunión de jefes de Estado de la UE que tiene lugar a partir de mañana viernes en Oporto.
Farmaindustria por su parte recuerda la complejidad del proceso de fabricación y “requiere unos conocimientos específicos, una tecnología puntera, unas instalaciones adecuadas, unos equipos humanos preparados y una experiencia que, en la actualidad, solo está al alcance de unas pocas compañías en todo el mundo”.
Igualmente indica que la dirección que ha tomado la industria farmacéutica a través de acuerdos de colaboración con transferencia de tecnología con cualquier empresa de cualquier país del mundo que tenga capacidad de participar en la producción “está permitiendo triplicar la capacidad de producción mundial y alcanzar los 12.000 millones de dosis anuales, que es lo que se precisa para lograr la inmunidad de grupo en todo el planeta”.
En abril se contabilizaban ya “más de 270 acuerdos de colaboración entre compañías para la producción de vacunas contra la Covid, que implicaban a un centenar de empresas y una treintena de países”. Las compañías desarrolladoras han sellado acuerdos con aquellas empresas que tienen esa capacidad, incluidas competidoras y de países de diferentes rincones del mundo, como India, China y Sudáfrica.
Las compañías desarrolladoras de vacunas “son las primeras interesadas en suministrar la mayor cantidad posible en el menor tiempo posible”, no solo por la competencia con otras empresas, sino por el compromiso de toda la industria por vencer al virus cuanto antes, que es la máxima prioridad de la humanidad.
Hay que recordar al respecto que, en “un hito sin precedentes”, las compañías farmacéuticas han sido capaces en menos de un año de poner a disposición de la humanidad unas vacunas que son las que pondrán fin a esta tragedia sanitaria, económica y social provocada por el coronavirus.
Por otro lado, el actual sistema de patentes” genera un marco de protección y confianza al desarrollador de las vacunas que es imprescindible para poder realizar esa transferencia de tecnología que es la que, a su vez, garantiza la calidad, eficacia y seguridad de las vacunas producidas por aquellos que no las han desarrollado”.
Suspender las patentes, “aunque solo sea temporalmente, podría hacer además que fábricas desconocidas sin experiencia en vacunas o con escasos controles de producción y calidad pudieran entrar a competir por materias primas escasas, causando disrupciones en la cadena de suministro e incrementando el riesgo de falsificaciones”. Por tanto, la medida, de aprobarse, “no solo no contribuiría a aportar mayor disponibilidad de vacunas, sino que podría tener un efecto contrario a los fines perseguidos”.
Difundir el conocimiento científico
Las patentes contribuyen también al conocimiento científico, dado que cuando una compañía halla un potencial desarrollo y lo patenta “hace público para toda la comunidad científica el conocimiento que le ha llevado hasta allí”. Y son, en suma, la piedra angular de un modelo de I+D biomédica mundial que “no sólo permite que las compañías farmacéuticas desarrollen el 95% de los medicamentos hoy disponibles, que en las últimas décadas se hayan logrado asombrosas mejoras en la supervivencia y que, en definitiva, tras la caducidad de la protección industrial y la llegada de genéricos y biosimilares, se promueve la competencia y se logran ahorros que se pueden reinvertir en seguir fomentando la innovación”.
El desafío actual, “además del de la producción”, que se está superando a través de estos acuerdos de colaboración, está en la distribución equitativa de las vacunas producidas. Según las cifras de producción prevista para 2021 de las vacunas ya aprobadas o en últimas etapas de desarrollo (datos de instituciones como la consultora internacional Airfinity, la Universidad de Duke o Unicef), superaremos los 12.000 millones de dosis necesarias para lograr en el mundo la llamada inmunidad de grupo.
Por tanto, “vacunas habrá para todos”, asegura Farmaindustria. Del mismo modo que la colaboración ha sido crítica para conseguir vacunas en tan poco tiempo, lo es ahora para que éstas se distribuyan por todo el mundo de forma equitativa. La iniciativa COVAX, liderada por la Organización Mundial de la Salud y respaldada por gobiernos, industria farmacéutica y otras organizaciones sociales, podrá bien ser el instrumento para conseguirlo.