Farmaindustria ha presentado un informe elaborado por la Fundación Weber en el que se incide en la importancia social, sanitaria y económica de los medicamentos. Una amplia perspectiva que debería ser tenida en cuenta a la hora de evaluar estos productos y determinar su entrada o no en la Cartera de prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud (SNS), así como su precio.
A las puertas de la aprobación del Real Decreto de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, la patronal de la industria innovadora organizó una jornada para presentar la actualización del informe El valor del medicamento desde una perspectiva social 2024, que incide en la necesidad de ampliar la perspectiva de las evaluaciones que realizan los gestores del SNS, algo que Farmaindustria ya reflejó en las alegaciones que presentó al proyecto de real decreto.
Tratar de llevar a cabo evaluaciones lo más amplias posibles para determinar los impactos que la incorporación de un medicamento va a tener en la sociedad debería ser algo lógico para maximizar su uso en caso de beneficio social. Pero, tal y como explicó durante la clausura de la jornada el jefe del Departamento de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Española de Medicamentos, Antonio Blázquez, avanzar en eso “requiere cambiar del paradigma del impacto presupuestario al del coste-beneficio” en lo que se refiere a la toma de decisiones para la incorporación de medicamentos en la cartera. Eso sí, tal y como señaló, avanzar en esta revolución es difícil, puesto que los decisores tienen “incentivos que van en contra del cambio, debido a que tienen que cumplir con un presupuesto asignado”.
Esta no sería la única dificultad para avanzar en esta nueva visión, ya que harían falta muchos más recursos humanos y materiales para poder desarrollarla, explicó Blázquez.
A lo largo de la jornada organizada por la patronal, se desgranaron algunos de los hallazgos obtenidos por la Fundación Weber en la actualización de este informe, que realiza un análisis del valor del medicamento en los últimos años. Los resultados recogidos en el informe deberían ayudar a consolidar la idea de la necesidad cambiar la perspectiva de análisis de los medicamentos. Uno de los resultados más llamativos fue el referido a las vacunas de la covid: Por cada euro que se invirtió en vacunas frente a la covid-19, se generaron 1,4 euros de ahorro en gastos sanitarios y 3,4 euros en gastos no sanitarios solo en España. A ello se sumaron numerosos ejemplos de patologías que han mejorado la calidad y la cantidad de vida de los pacientes gracias al uso de los medicamentos, lo que tiene un impacto más allá del exclusivamente sanitario.
Durante la inauguración, el presidente de Farmaindustria, Jesús Ponce, puso el acento en la ganancia de esperanza de vida en los últimos años. “Entre 2006 y 2016, en España la calidad de vida y la esperanza de vida ha mejorado en casi dos años, 1,7 años de vida, partiendo de una base muy alta”, explicó Ponce, quien achacó el 70% de las causas que originan ese incremento “al uso de medicamentos innovadores”.
Poniendo el foco en los medicamentos oncológicos, Ponce recordó que en los últimos diez años se han lanzado 115 nuevos medicamentos en el área de oncología, que han contribuido a seguir mejorando la esperanza de vida de los pacientes, aportando tanto “un beneficio a nivel individual como también a nivel colectivo”, al evitar pérdidas de productividad, reducir situaciones de discapacidad o avanzar en cohesión social.
Durante la lectura de conclusiones, el director general de la patronal, Juan Yermo, también insistió en los buenos resultados expuestos en el informe y detalló tanto los beneficios clínicos como el impacto económico que tiene el medicamento en nuestro país, con un 3,5% del valor añadido industrial y el 5,5% de las exportaciones. “Este informe deja patente que los medicamentos innovadores son un importante activo estratégico para el país. Un símbolo del progreso, un motor social y económico y una palanca para la competitividad”, explicó.
Por ese motivo, el director general de Farmaindustria no quiso dejar pasar la ocasión para recordar que actualmente estamos en un momento de cambio normativo en nuestro país, lo que supone “una oportunidad para mejorarlo y hacer las cosas bien, ya que nos jugamos mucho”. A este respecto, Yermo expuso que tienen la esperanza de que los cambios regulatorios puedan suponer un “antes y un después a la hora de reconocer el valor social de los medicamentos”.
Tres partes: clínica, costes y economía
Las claves del informe fueron presentadas por Néboa Zozaya, directora de Health Affairs and Policy Research en la Fundación Weber. Esta experta expuso que el documento consta de tres partes esenciales, centradas en analizar el valor clínico de los medicamentos según su impacto en resultados en salud (esperanza de vida, muertes evitadas, supervivencia libre de progresión, reducción de síntomas, calidad de vida relacionada con la salud); por otro lado, abordando el impacto de los medicamentos en costes para el sistema y fuera de él (directos, indirectos y productividad laboral); y por último, la contribución de la industria a la economía del país.
El informe recoge también el impacto de los nuevos medicamentos en las enfermedades cardiovasculares, que se sitúan entre las principales causas de muerte y responsables de carga de enfermedad. En los últimos años, los nuevos medicamentos han logrado reducir el riesgo de muerte por problemas cardíacos un 10% y de eventos cardiovasculares en un 25%. Tanto en enfermedades cardiovasculares como en otras de alto impacto, como la diabetes, la EPOC o la depresión mayor, el potencial de los medicamentos desde una perspectiva social es enorme. Un estudio en España estimó que aumentar un 10% las tasas de adherencia a esas cuatro enfermedades ahorrarían más de 500 millones de euros al año en costes sanitarios directos.
Además de su valor sanitario y social, el medicamento tiene un valor económico, pues la industria farmacéutica innovadora es un motor clave para la innovación y el empleo en España. Mientras que las compañías farmacéuticas representan el 0,2% de las empresas industriales, aportan el 2,2% del empleo, el 2,8% de la cifra de negocio, el 3,5% del valor añadido, el 5,6% de las exportaciones y casi el 20% de la inversión en I+D industrial.
En términos de empleo, cada puesto de trabajo en el sector farmacéutico genera otros cuatro empleos indirectos e inducidos adicionales.
Valorar las externalidades del medicamento
Tras la presentación, el presidente de la Fundación Weber, Álvaro Hidalgo, mantuvo un coloquio con la presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, Carina Escobar; la presidenta del Consejo Español del Cerebro, Mara Dierssen, y el director del Departamento de Estudios de Farmaindustria, Pedro Luis Sánchez.
Durante el mismo, todos se mostraron favorables a que los medicamentos se evalúen de la forma más extensa posible para poder analizar y determinar todos los impactos, tanto en materia de costes como de efectos. Para Pedro Luis Sánchez, todo está encadenado, ya que el valor clínico que aporta un medicamento a un paciente “se extiende con su impacto en todo el sistema sanitario y aún más allá, afectando a otras áreas del ámbito económico”. Es lo que se conoce como las “externalidades” que tiene una actividad. Por ese motivo, insistió en que obviar la evaluación desde una perspectiva social da lugar a una “valoración del medicamento inferior a la real”. Además, expuso que los reguladores deben tomar sus decisiones en base a la perspectiva social “no en función de los intereses de los prestadores del servicio o los compradores”.
Por su parte, Carina Escobar planteó que el medicamento debe llegar cuanto antes para evitar o minimizar el impacto que la enfermedad tiene sobre los pacientes, sus familias y todo su entorno. En relación con la manera de ampliar la perspectiva, la presidenta de la POP expuso que su entidad dispone de un registro de resultados en salud reportados por pacientes (PROM) propio, denominado Crobi (cronicidad y bienestar), con el que se puede trabajar en la recopilación de datos. Por otro lado, Escobar valoró muy positivamente cómo ha venido cambiando el papel de los pacientes en los últimos años, llegando en un futuro próximo a participar desde dentro en las evaluaciones, lo que “aportará transparencia”, pero exigirá de los pacientes un esfuerzo en formación.
Mara Dierssen planteó la dificultad del uso de datos en vida real, aunque “es hacia donde se está yendo”. La experta consideró que “no es fácil”, ya que en la actualidad no están desarrolladas las herramientas necesarias. No obstante, se mostró convencida de que la inteligencia artificial ayudará a la gestión de los datos y su evaluación.