El pleno del Consejo Interterritorial del SNS (CISNS) ha analizado este jueves la ‘Evaluación del Desempeño del Sistema Nacional de Salud frente a la pandemia de Covid-19’ un documento, encargado en 2021 (terminado el pasado mes de abril) y que ha sido dado a conocer este jueves ocho meses y dos convocatorias electorales, después de su elaboración. En él, no solamente se analiza la respuesta que el país dio a la pandemia, sino que se aportan también nada menos que 72 nuevas claves para mejorar la capacidad del sistema de cara a la próxima pandemia de virus respiratorios de alta gravedad; una pandemia que el mismo documento considera que “no sólo es posible, sino probable”.
Las medidas se plantean en el informe a modo de hoja de ruta, con con un total de 72 acciones agrupadas en 12 componentes que definen las tareas a abordar en los próximos años.
En primer lugar plantean “redefinir los mecanismos de coordinación, planificación y preparación ante futuras pandemias”. Ello conlleva la elaboración un Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante Emergencias Sanitarias. Junto a ello se considera esencial que se fije “un Plan General de Reservas Estratégicas y su sistema de gestión”, así como “una red de profesionales y equipos en disposición de actuación inmediata”.
Por otro lado demandan medidas legales que pasan por modificar las leyes que amparan las actuaciones en crisis. Entre ellas, “actualizar la legislación que ampara las actuaciones en crisis sanitarias, actualizar la Ley de Salud Pública y desarrollar el Real Decreto de creación de la Red de Vigilancia en Salud Pública y la Estrategia de Vigilancia en Salud Pública”.
Igualmente plantea crear estructuras resilientes de salud pública entre las que destaca la Agencia Estatal de Salud Pública y establecer metodologías de trabajo comunes para el proceso de rastreo y desarrollar sistemas de información para la identificación, notificación y seguimiento de casos.
La atención primaria es otro de los ejes clave de la hora de ruta. En ese sentido demanda definir un plan general de atención primaria para actuar en crisis, reforzar la dotación de recursos humanos y revalorizar la medicina y enfermería de familia y comunitaria. Al igual que en AP, otro de los sectores que debe ser fortalecido es la coordinación nacional de los servicios de emergencias y urgencias sanitarias y la optimización de los recursos disponibles, para lo cual proponen un plan nacional de emergencias y urgencias.
Aunque estos servicios son los más señalados, el documento hace también un llamamiento general a “robustecer la gestión”, que pasa por “mejorar las condiciones de contratación de profesionales e incentivar la ocupación de puestos de difícil cobertura”.
También es preciso, impulsar la investigación, desarrollo e innovación en salud pública y fomentar la contratación de personal estable en investigación, con perfiles multidisciplinares, así como la colaboración entre centros para la realización de ensayos clínicos, ensayos de campo y estudios observacionales.
En este mismo sentido también se aboga por incrementar la capacidad analítica de la red de laboratorios y mejorar sus sistemas de alertas y facilitar el acceso a pruebas diagnósticas, así como ampliar y reforzar los mecanismos de prevención y control de infecciones en entornos sociosanitarios y otros entornos residenciales.
Hace además un llamamiento a priorizar el desarrollo e integración de los sistemas de información sanitaria que faciliten la gestión y el control de futuras pandemias, a través de la integración de los sistemas de información de los servicios de salud y asegurando su interoperabilidad a nivel autonómico.
Además el informe aboga por desarrollar programas que favorezcan la humanización de la atención y protejan la salud mental de los profesionales, además de impulsar políticas de humanización en la atención sanitaria, especialmente en las UCI
El último bloque aboga por el diseño de planes de comunicación específicos para crisis sanitarias, que aseguren la transmisión de información rigurosa y efectiva a profesionales y ciudadanía. En ese sentido abogan por “desarrollar un plan de comunicación versátil dirigido a profesionales y ciudadanía en situaciones de crisis sanitaria”, así como “adaptar el funcionamiento de los call centers, aplicando la inteligencia artificial, para dar respuesta a las necesidades de información de la ciudadanía".
Un país “no preparado”
El informe no deja bien a las autoridades nacionales y autonómicas. Que el país no estaba preparado, es algo comprensible, puesto que nadie lo estaba, pero hay otras debilidades detectadas que indican una debilidad del sistema.
El trabajo señala la ausencia de reserva de material sanitario necesario para hacer frente al virus, debilidades de los sistemas de información y “contradicciones en la respuesta de las distintas administraciones”.
Junto a ello, el marco legal tampoco fue suficiente para contener la situación. Sobre el CISNS aseguran que no fue “lo suficientemente eficaz” como instrumento para tomar decisiones homogéneas y destaca también la existencia de algunos errores de comunicación llamativos. Estos errores de comunicación se refieren a la “realización de pronósticos innecesarios” sobre la evolución de la pandemia y las valoraciones “apresuradas”, en cuestiones como la efectividad de las mascarillas o las vías de transmisión del virus. Igualmente detectan que había “una confusión de roles” entre quién informa las decisiones, quién las toma y quién las comunica.
También hay una nota positiva en el informe: la reacción de los profesionales, no solo de la sanidad, sino también de las Fuerzas Armadas y de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad. Igualmente califican de “excelente” la campaña de vacunación.
Nicolas Gonzalez Casares: